A los pies de la cruz esperando a su hijo, así aparece Nuestra Señora de la Piedad, siendo la principal protagonista de este cartel, haciendo especial referencia al marcado carácter mariano de nuestra tierra.
Ella en su soledad aparece resplandeciente entre los tonos grises de la noche, como estrella de la mañana que ella es. En su pecho, el corazón atravesado por los siete puñales acentuando el carácter doloroso de la advocación y el misterio que representa. Mientras que de sus manos prende el sudario que extiende para arropar a su hijo con todo el Amor de una Madre. Este sudario desciende y se convierte en una masa de humo blanco de incienso que se eleva al cielo gris y de la que emerge el paso de misterio antecedido de los acólitos y cirailes que escoltan el paso, representando así la salida procesional de la Cofradía.
Remantando el cartel en las esquinas inferiores, el azahar que representa esas vísperas en las que su olor va anunciando la llegada de la Pasión y que junto al incienso se unen en el cartel para representar el aroma de la Semana Santa.
